martes, 11 de junio de 2013

Stupidman.

Primero me viste. Reconozcamos que tu solo querías jugar. Yo también quería jugar, pero en otra liga diferente. Tu querías jugar entre mis faldas y yo con tu boca. Querías jugar a no sentir nada, a cambiar de bando, a no amar. Yo no sabía a lo que jugaba, ingenua de mi que con tus piropos, con tu linda boca acabaste enamorándome. Jugué, jugamos, nos divertimos, pero para ti solo fue eso, un juego. Para mi ya eras algo diferente, no eras alguien con quien jugar en la cama. Eras mi hombre, todo lo que deseaba. Pero ahí estaba esa espina que no me dejaba amar, esa que aun estaba clavada. Y no la sacaste para seguir jugando, seguiste hundiéndola, más y más. Hasta que ya se hizo insoportable. Cuando me querías, me tenías y cuando no...también. Pero bendito orgullo, ese que me salvó de entrar en tu cama, de caer en las profundidades de tus ojos verdes y ahogarme en sus oscuras profundidades verdes. Tu fuiste mi dolor y a la vez mi salvación. Acabaste con mis ganas de jugar y vaciaste mi corazón para que se pudiese volver a llenar. Pero algo seguimos teniendo en común, ese pensamiento, esa creencia de que como más guapa está una princesa, es desnuda.
Desaparecías a tu antojo, claro, cuando ya tienes un juguete tan solo juegas cuando es nuevo y luego, lo vas cambiando. Aunque nunca lo abandones del todo. Lo malo de escogerme como juguete es que no estaba inanimada. Ese fue tu error. Creerme tuya.  Mientras tu jugabas con otras, yo me enamoraba de otro. Al final, después de meses decidiste volver y que sorpresa al ver que tu primer juguete, tu juguete favorito, ahora era de otro.

Atentemente, tu princesa desnuda .

No hay comentarios:

Publicar un comentario